Y... exploté.
Igual que el globo al que atraviesan con una aguja.
Hay muchas formas de explotar: el globo puede ser explotado por una piedra, por una aguja, o por una astilla de madera. Pero, ya sea por la piedra más grande que exista o por la astilla más diminuta e insignificante, el globo explota. En mil pedazos. Se desprende de todo lo que había mantenido guardado, como buenos sentimientos, recuerdos, risas...
Buenos sentimientos que se convierten en sensaciones grises que te abruman, recuerdos que se desvanecen hasta esfumarse, y risas que se convierten en muecas de dolor.
Si un globo se vacía, puedes volver a llenarlo. Como las personas cuando las debilitan, aparece alguien que afloja ese nudo que tu creías tener atado tan fuerte por culpa de... llamemoslo amor. Así que te enamoras y te aflojan. Te aflojan y te vacías de todas las buenas intenciones que mantenías guardadas. Pero, como el rayo de luz atrevido que asoma entre las nubes de tormenta, te reconforta que te aunque te hayan vaciado, con el tiempo, podrá llegar alguien que te ayude a volver a llenarte.
Pero, ¿qué pasa si el globo no está sólo vacío, si no que está roto?
Explotó en mil pedazos, no puede volver a llenarse, y aunque intentaras reconstruirlo no serviría de nada.
Se queda roto, como la persona a la que han conseguido explotar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario