miércoles, 3 de septiembre de 2014

Última sesión.

Me sorprendí de mi misma, finalmente, saqué el valor necesario para confesar mi autodesgaste emocional, pero lo que más me sorprendió fue ver como la doctora ni se inmutaba tras saber que yo era la culpable de mis propios daños. ¿Acaso lo dedujo desde el principio? ¿Y si trata a personas como yo a diario? Entonces, ¿podría ayudarme a acabar con esto? Fuera lo que fuera, necesitaba respuestas.

+Eres consciente de que te has declarado la causa principal de tu problema, ¿no?

-Si.

+No te oigo, habla más alto.

-He dicho que si.

+Por favor más alto.

-¡SI!

+¡MÁS ALTO JODER!

Desperté en seco en el suelo de mi habitación por culpa de unos gritos que provenían del salón. Asomé la cabeza por la puerta y vi a mi padre jugando con mi hermano pequeño, causa de aquellos gritos que me habían sacado de mi burbuja. Estaba aturdida. No sabía cuanto tiempo había estado allí aislada, pero tampoco quería saberlo.
Volví a mi habitación y cerré la puerta. Encima del escritorio había un cuaderno abierto con algo escrito. Era una nota que me había dejado escrita a mí misma para recordarme algunas cosas. Cerré el cuaderno y me tumbé sobre la cama a pensar en qué cojones acababa de pasar. Realmente me había sentido valiente sacando a la luz todo aquello que guardaba tan fuertemente sellado dentro de mi, pero no. No fui valiente porque no había sacado nada. Volví a engañarme como tantas veces hice para autoconvencerme de que mi problema no era tan grave siendo mi propia psicóloga y acudiendo a mis propias sesiones. Era consciente de que la mayoría de chicas de mi edad no aplicaban esa solución a sus problemas. Incluso yo me habría llamado demente. Pero tenía que aceptarlo, tenía problemas, como todo el mundo. Algunos más graves que otros, pero no podía dejar que me consumieran.
Los gritos de mi padre y mi hermano pequeño cada vez se oían más fuertes. Me escondí entre sábanas mientras el sonido crecía y crecía. Ya no podía aguantarlo más, mis oídos estaban a punto de estallar... Y desperté.

Y me di cuenta de que todo seguía tal y como yo lo dejé.

No hay comentarios:

Publicar un comentario